miércoles, 18 de marzo de 2009

Carta a Tinelli.


Estimado Marcelo:
luego de escuchar tus declaraciones en el programa> de Rial, donde tan claramente expones la pesadilla que están viviendo> vos y otras personas en Buenos Aires y coincidiendo plenamente con tus> expresiones de:> > "La entiendo perfectamente a Susana (Giménez), si me mataran un ser> querido también pediría la pena de muerte, y yo también estoy cansado> de los derechos humanos a los presos".> > "La gente ya no sabe como vivir, ni siquiera nos podemos mudar porque> ¿adónde vas a ir? Todo el país es inseguro".> > "Hoy te matan por el pancho y la Coca (Cola)".> > "Miramos el país como si fuera una película, nadie se hace cargo de> nada. Yo no digo que hay que hacer la ley bruta pero algo hay que> hacer".> > "La inacción es lo que genera todo esto y nos estamos acostumbrando a> tres o cuatro muertes por día que aparecen en los medios y esas son> solas las que aparecen. Hay decenas, cientos de muertes más. Acá nadie> se hace responsable de las cosas".> > “Salís a la calle y te matan a vos, a tu hijo, de seis tiros. Vos> vivís en un country cerrado, en un edificio con rejas, y los> delincuentes andan sueltos”.> > ”Nosotros no tenemos que encargarnos de esto (...); nosotros damos> trabajo a la gente, entretenemos. ¿Por qué tenemos que estar> controlando la cuadra, la casa, el barrio? Pagamos nuestros impuestos> para que alguien vele por nosotros"> > > > Un grupo de vecinos del asentamiento El Chorizo, ubicado en una zona> rural de la provincia de San Juan, sensibilizados por tus palabras,> nos reunimos en asamblea y, decidimos darte una solución. Nuestro> barrio es humilde, te aclaramos, pero no hay inseguridad. O por lo> menos la inseguridad que sufres vos en la gran ciudad. Si la memoria> no nos falla aquí no han matado a nadie. Por lo tanto hemos decidido,> por unanimidad, darte un lugarcito en nuestra barriada.> > > > Hemos decidido esto porque ninguno de nosotros olvida tu valioso> trabajo de “entretenimiento” durante casi las dos últimas décadas. Que> coinciden con las más duras recordadas por muchos de nosotros. De> hecho, nuestro asentamiento está ubicado en las antiguas vías del> ferrocarril. ¿Te acordarás Marce del Ferrocarril? Ese que en los `’90,> cuando empezabas tu carrera meteórica, Neustadt que nos “aleccionaba”> usando el “sentido común” no nos “entretenía” como vos, decía que> debíamos privatizarlo porque nosotros (o el Estado) tenía que> subvencionarlo. Hasta que por suerte desapareció (el ferrocarril,> digo). Sin embargo pasó algo curioso. Muchos perdieron el trabajo,> otros la forma de transportarse y por ende el trabajo, y otros que> vivían de los que vivían gracias al tren también perdieron el trabajo.> Dicen que un millón de personas tuvieron que emigrar a las ciudades.> ¿Será cierto? La cosa es que seguimos subvencionándolo. Si, podes> creer, vos, yo, nosotros, los que pagamos impuestos. Pero no todas> fueron pálidas, algunos salimos ganando. Gracias a Menem que lo hizo,> Neustadt que nos lo vendió y vos que nos sacaste la mufa, ahora> tenemos donde vivir. Fueron épocas duras, pero por suerte vos estabas> allí para “entretenernos”.> > > > ¿Te acordarás Marce en los ‘90 cuando abrieron los mercados y cerraron> las fábricas? ¿Cuando privatizaron YPF y se popularizaron los> piquetes? Si te debes acordar. Era cuando el 1 a 1 que te permitía> mandar los muchachos que trabajaban con vos a otros países para> burlarse de los lugareños. Que gracioso. Después de buscar laburo todo> el día, llegábamos a nuestro rancho para poder verlos y divertirnos> junto con ustedes. ¿Que boludos los italianos, no? Que divertido,> menos mal que estabas vos para “entretenernos”, Marce.> > > > Por habernos entretenido tanto en esos amargos momentos es que te> haremos un lugarcito en nuestro asentamiento. Ya hablamos con el> puntero de turno y nos dijo que solo te cobrará $500 por la parcela.> Si nosotros pudiéramos te ayudaríamos, pero nos agarra en mal momento> porque ya hicimos la tómbola para buscar fondos para la operación de> Yésica. La Yesi es hija de una niña de 14 años con desnutrición que> nació con una malformación. Marce: ¿sabias que en Argentina mueren 20> niños por día por desnutrición? ¿Casi una tragedia no? Pero volvamos a> la tómbola. No nos quedó otra porque, como te imaginaras, La Yesi no> tiene obra social, y en el hospital no tienen insumos. Esto también> empezó en los ‘90 Marce. ¿Te acordarás? Era cuando mostrabas las> chicas pulposas. Que buenas estaban, Marce. Parece que estábamos> demasiado “entretenidos” porque llegaron unos tipos de unos organismos> internacionales que nos decían que para pagar la deuda externa había> que bajar los gastos en salud y educación. ¿Te acordarás? Parecían> bloopers de VideoMach. Tal vez no te acuerdas, y lo entiendo, porque> no podes estar en todas: buscando gente de quien burlarte, chicas que> quieran mostrar los pechos por unos pesos, coordinar con los del> programa para ver cuando hay que reírse, cuando aplaudir, cunado> burlarse, la publicidad, la fama.> > > > Lo de la educación no nos importa tanto. Por aquí ya casi nadie va a> la escuela. ¿Sabías Marce que en la Argentina para el 2001 no> superaban un 25% los jóvenes entre 20 y 24 años con secundaria> completa? Igual a nosotros no nos complica, porque para cosechar uva,> tomate y trabajar en la construcción no nos exigen la secundaria. De> hecho, menos mal que no nos exigen ni la primaria o saber leer y> escribir. Menos mal Marce, sino estaríamos realmente jodidos.> > > > Tu parcelita estaría al lado de la de los Carrizo. Son buena gente. Si> hubiera trabajo trabajarían de seguro. Don carrizo toma mucho, pero> nunca le ha pegado a nadie que no sea su mujer o sus hijitos. Dicen> que se puso malo desde que Carlos, el hijo mayor, tuvo el accidente.> Se cayó del camión de la cosecha y lo aplastó el trailer. La policía> no sabía si ponerlo como accidente de tránsito o de trabajo. ¿Sabías> Marce que en el 2008 murieron más de 8100 personas en accidentes de> tránsito? ¿Y que en ese mismo año murieron más de 1000 en accidentes> de trabajo? Es impresionante. ¿No Marce? Pareciera un castigo de Dios.> Igual a Carrizo no le importó como lo anotaron, solo le dolió la> muerte de Carlos y que este dejara su novia e hijita desamparadas. El> viejo no lo supera. Ah… ¿sabias que Don Carrizo era ferroviario?> > > > Volvamos a tu parcelita Marce. Es la más alta del asentamiento, por lo> que es improbable que se te inunde en la época de lluvia. Igual en San> Juan no llueve mucho. No hay agua potable, pero por unos pesos te> llenan unos tachos y listo. Lo que si, tienes que asegurarte unos> mangos a fin de semana para tal fin. Tampoco creo que tengas problema> en conseguir trabajo. Tal vez puedas ser locutor de radio. Aquí son> tan malos que lo único que hacen es imitarte a vos. Llegas a venir vos> y los flacos se tienen que hacer vecinos nuestros. Quedarían,> realmente, en la lona. ¿Como no le van a dar trabajo a Marcelo> Tinelli? Educado (¿terminaste la secundaria vos, no?), blanco, alto,> con toda la facha y la mosca. ¿Como hiciste Marce para que te vaya tan> bien cuando la mayoría de los argentinos quedaba en la pampa y la vía?> Y después la mayoría en la pampa y nosotros en la vía (ja, ja, un> chistecito de los tuyos). Te confieso que por momentos te tengo> envidia. Pero nunca como para matarte, tranquilo.> > > > Hablando de muerte, acá me recuerda doña Carmen que si hubo un hecho> de sangre. No en nuestro asentamiento, pero el Sordo, como le decían,> era vecino nuestro. Lo mató la policía un día que se escapaba con un> televisor y un dvd robados. Le gritaron: ¡ALTO!, pero no escuchó. No> salió ni en las radios pedorras de acá. Se le había roto el suyo y> quería verte, cueste lo que cueste, decía. Eras su ídolo. Igual, como> dice la Su: el que roba tiene que morir. ¿O el que mata? Bueno, no se,> alguien siempre muere de todas maneras.> > > > Bueno Marce, no queremos distraerte más con cosas sin importancia.> Sabemos que pronto contaremos con tu vecindad, ya que si bien es una> comunidad humilde, se aleja mucho del infierno de vivir en un country> encerrado y al acecho de una turba de mal vivientes esperando> arrebatarte la vida.> > > > Un afectuoso abrazo y te esperamos.> > > > Vecinos de El Chorizo> > PD: acá también comemos panchos, pero con Tuya (Cola). La vida vale un> poco menos.
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Por Eduardo Blaustein
Con el susanismo, nació una vieja ideología
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El susanismo cree que los reventados por la pobreza, la desigualdad o Algunos medios de comunicación hacen un uso político y empresarialmente lucrativo de los problemas de la inseguridad. Las declaraciones de Giménez marcan un hito dentro de un largo aprendizaje en la degradación. El surgimiento de un nuevo populismo: el mediático.
Supongamos la siguiente oferta electoral en el país en el que se pide al bulto ya sea más dureza penal contra los menores que delinquen, la pena de muerte o la necesidad de contar con 16.000 nuevos policías en territorio bonaerense. Se encienden las cámaras, el candidato promete: “Vamos a garantizar la seguridad en los barrios. Vamos a hacerlo saturando los barrios con mayor vigilancia. Vamos a hacerlo cuadra por cuadra en relación estrecha con los vecinos. Vamos a poner 45 mil nuevos agentes en las calles. Esto significa triplicar el pedido del actual responsable de la Policía Bonaerense. Vamos a cuidar la entrada y salida de fábricas, bancos, empresas. Vamos a instalar garitas en cada esquina”.
Delitos
Aplausos.
La palabra “garitas” es la pista: la promesa del candidato ficticio es una realidad desde que hace quince o veinte años la inseguridad se convirtió en negocio perverso. Sólo en la provincia de Buenos Aires se calcula que existen 45 mil agentes de seguridad privada, número equivalente al de policías. La cifra es prudente: hace tres años, el entonces subsecretario de Seguridad bonaerense Martín Arias Duval decía que sólo contando los agentes de seguridad privada que trabajaban en negro, el subtotal era de unos 30.000. Como sea, se trata de un ejército privado de seguridad con una tropa similar a la de bonaerense ¿Mejoraron los niveles de seguridad? Más bien al contrario, retomaremos el asunto al final.
Primer inciso urgente: por jodidos que sean o suenen tienen alguna razón ciertos voceros de la derecha cuando le recriminan al progresismo y a las izquierdas cierta negación del problema de la seguridad o la supeditación de toda discusión hasta un oscuro día de entera justicia social. Es absolutamente cierto que la expresión inseguridad destierra mil sentidos y realidades que los medios no registran. Es verdad que los medios construyen e instalan inseguridades que las estadísticas (precarias, no siempre confiables) más que a menudo desmienten. También es verdad que estamos lejísimo de las realidades espantosas de Brasil, México o Colombia.
Es una verdad histórica que las derechas usan los miedos y el temor al otro con los fines más espantosos. Un ejemplo particularmente bonito se publicó en este mismo diario el domingo pasado: un candidato dueño de un medio, Francisco De Narváez, no sólo hace de la inseguridad su mejor bandera, sino que, con las instrucciones internas pertinentes, usa su potencia comunicacional para exasperar mejor y arrancar más votos. De ahí a negar la realidad o satanizar las demandas de seguridad hay un abismo.
El derecho a la vida es el primer derecho humano. Hay otro derecho que está ligado a la calidad de vida, a vivir con menos miedo, a construir un mejor espacio público y no un espacio público de derrotas, fragmentación, tristeza y brazos caídos.
Oh, Susana. De Narváez, La Nación, Clarín o C5N pueden hacer un uso político directo y empresarialmente lucrativo de los problemas de la inseguridad. Pero no puede haber sorpresa cuando esa realidad se inserta en una lógica general de los medios que va desde el infoentretenimiento a la necesidad de atrapar audiencias vía impactos, conflictos, espectacularización de esos conflictos. El problema es que comenzamos a vivir casi en el peor de los mundos (“casi” porque está demostrado que podemos vivir peor). La serie de declaraciones iniciadas por Susana Giménez, tan alegremente amplificadas por esos mismos medios que demandan seriedad, rigor y trabajo a la clase política, marca un nuevo hito dentro de un largo aprendizaje en la degradación.
Estamos ante un caso de suicidio colectivo por vía mediática. Tratar el drama de la inseguridad con el lenguaje de Intrusos o Paparazzi es de un nivel de irresponsabilidad social horrendo. No es fácil deslindar cuándo entran a tallar las responsabilidades del movilero o periodista apretado por el productor/ editor/ gerente de noticias que busca el conflicto como espectáculo dador de rating y cuándo interviene la mediocridad o la obsecuencia de quien se escuda en “la sintonía que los famosos tienen con la gente” para esconder ya sea su ideología, su falta de autonomía o coraje. Algún día alguien escribirá un ensayo titulado “El salario como fuente de descomposición en las sociedades”.
En torno de la pena de muerte en estas semanas todo se redujo a la demencial pelotudez de “lo que dijo Susana está en la calle”, “habló desde el dolor”, “algo hay que hacer”. Condicionada además la discusión por el terror pánico –“son los códigos”, diría Riquelme– de meterse ya sea con ella o con Tinelli. Nada de poner en duda la autoridad moral o intelectual de una persona cuya trayectoria cívica consistió en atender teléfonos para regalar dinero, traficar con enanos e hipnotizadores, asociarse con el padre Grassi, protagonizar películas del tipo El Negro quiere. Susana también.
En retroceso. Lo cierto es que la discusión acerca de la instauración de la pena de muerte va a contramano de lo que sucede en el planeta, aún cuando vivimos en un mundo peligroso que afronta serios riesgos de nuevas oleadas de violencia, autoritarismo, racismo, xenofobias. Los datos que actualiza la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte indican que en un total de 136 países la pena de muerte no corre más, ya sea por los 106 que la abolieron o por los 30 que la suspendieron. Una tercera parte de las 64 naciones en las que aún rige la pena capital pertenecen a regiones que los voceros de las maneras civilizadas miran mal: el Medio Oriente y África del Norte. En los últimos tiempos la pena de muerte dejó de existir en naciones tan diversas como Grecia, Kirghizstan, Liberia, México, Filipinas o Senegal.
En Estados Unidos, país emblema a la hora de hablar de la pena capital, ese castigo está en retroceso. Si allí en 1999 se produjeron 98 ejecuciones, el año pasado la cifra se redujo a 33. Y si en los ’90 el promedio anual de condenas capitales se acercaba a 300, en el 2008 el número se redujo en dos tercios: 111 sentencias. Dos estados del gran país del Norte son paradigmáticos a la hora de hablar de pena de muerte: Texas y Florida. En diciembre pasado la Coalición para Abolir la Pena de Muerte en Texas informó en su reporte anual que los jurados “sólo condenaron a 9 personas a pena de muerte en 2008, lo que representa el número más bajo de nuevas sentencias de este tipo desde que se restableció la pena de muerte en 1976”.
Otras seis ejecuciones fueron suspendidas por cuestionamientos acerca de la real culpabilidad de los condenados. Desde 1982 Texas, cuna de George Bush, ejecutó a 423 personas. Otro Bush, Jeb, gobernador de Florida, se vio obligado a poner fin a las ejecuciones, luego de que un recluso al que se aplicó la inyección letal demoró 34 minutos en morir, no sin antes sufrir quemaduras químicas.
A costa de la muerte de miles de condenados (incluyendo 416 inocentes, según una célebre investigación de Hugo Bedau y Michael Radelet), en Estados Unidos al menos existe un acumulado estadístico que demuestra que la pena de muerte se aplica de modo selectivo: tienen muchas más posibilidades de morir quienes no acceden a un abogado, los pobres, los negros (el 42 % de los ejecutados, el 12% de la población), los hispanos. En la Argentina de las 2.500 muertes por gatillo fácil, no aplicado precisamente a ricos y famosos, no se debaten estas cuestiones, sino que se gira alrededor del humor de Susana y de un puñado de mitos y falacias.
Vayamos a una de las mitologías más populares: “Los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra”. Veamos: “Recién recuperada la democracia –informa el Cels–, en las cárceles federales de nuestro país había 2.369 personas privadas de su libertad. En 2007, la población carcelaria en esa misma jurisdicción era de 9.148 personas”. Según el reporte del Sneep (Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena) del año 2006, si se incluye a los detenidos en comisarías y en dependencias de la Prefectura y la Gendarmería, la población carcelaria de todo el país se eleva a 60.621 (los datos no incluyen los subtotales de varias provincias). Esto equivale a una tasa de encarcelamiento de 156 personas cada 100.000 habitantes. En 1994 esa misma tasa era de 95 personas cada 100.000 habitantes.
Sin negar ni los problemas de la inseguridad ni los del accionar de la Justicia, no se entiende que se afirme lo de la plena libertad de circulación de los delincuentes ni el “nadie hace nada” tinelliano siendo que las estadísticas demuestran que sólo durante la última década la población carcelaria total en el país creció más del 80 %: de 29.690 detenidos en 1997 a 54.000 en 2006. Son datos del Sneep, publicados en el último Informe Anual del Cels. Última estadística en la que siempre insiste el Cels. “En el año 2006, el 63 % del total de las personas privadas de su libertad no tenía condena firme.”
Duro de penar. El debate sobre la pena capital, no sólo en Argentina, suele adquirir aspectos bizarros. Así por ejemplo en México existe un Partido Verde Ecologista que publica en Internet un foro dedicado a la seguridad… y a la instauración de la pena de muerte. En la página www.penademuerte.org.mx se propone la reinserción de la pena de muerte en los siguientes casos: terroristas que atenten en contra del Estado y de la población; asesinatos con todas las agravantes y criminales atroces; a los secuestradores que maten o mutilen a su víctima; a los servidores o ex servidores públicos de cualquier policía, Ejército o Marina que participen en el secuestro de una persona. Un dato sugestivo: desde 1931 a 1955 la legislación penal mexicana incrementó la pena por secuestro de una máxima de veinte a otra de cuarenta años.
A juzgar por las cifras espeluznantes de la violencia en México, la severidad penal sirvió para poca cosa, tal como ocurrió en Argentina ya sea con políticas a lo Ruckauf, el gatillo fácil o las leyes Blumberg. Hoy, sin embargo, incluso legisladores de origen progresista se inclinan, por ejemplo, por endurecer las políticas penales contra los menores. Es cierto, algunos lo hacen insertando en sus propuestas políticas de inclusión, proyectan espacios de rehabilitación, hablan de la creación de centros de detención adecuados.
Es difícil creer que no tengan conciencia de que hay una parte simplísima de sus propuestas que seguramente pasará como un trámite, mediante un simple cambio de legislación. Con el riesgo evidente de que la concepción, implementación y financiación tanto de las políticas inclusivas como la de la construcción de espacios de rehabilitación, en un país donde las cárceles están colapsadas y corrompidas, quedará, de nuevo, para un oscuro día de justicia.
Populismo no es únicamente el acto pecaminoso de repartir choripanes en un acto. Hay nuevos y nutridos modos de populismo y el más reiterado, universal, es el del populismo mediático, el de la receta fácil y la propuesta de casete (más penas, más policía), remotamente lejos de la implementación de políticas consistentes y las complejidades de la gestión. Comparábamos al principio de este texto la demanda de 16.000 policías más versus la aparición súbita, en términos históricos, de una fuerza de seguridad privada de 45.000 agentes, 200.000 si se toma la escala nacional. Hoy sabemos que de poco sirvió, que existen agencias privadas en manos de ex represores o de ex policías sospechados, que los vigiladores no pasan exámenes psicofísicos ni de preparación, que algunos cometieron asesinatos o son cómplices de crímenes, que la Afip denunció que hacia el 2002 el 80 % de esas empresas evadían sus obligaciones fiscales.
Al susanismo estas cosas les interesan poco. Lo mismo sucede con algunos legisladores del republicanismo fino que no hacen otra cosa que seguidismo populista de la agenda mediática. Entran en otra contradicción con sus propios y respetables valores. Porque el problema de la insustancialidad política, a la hora de ser oposición y más a la hora de gobernar, conspira contra la República, contra la calidad institucional, contra el bien común. A la hora de endurecer penas, hay otra pregunta que no se hace desde la susanización: los reventados por la desigualdad, la pobreza, el paco, el alcohol, el arrebato emocional o la demencia, ¿leen los diarios o el código penal antes de cometer un crimen?
Es otro elemento de discusión ausente en el susanismo. El modo de ¿reflexión? automático de la época es el del puro instante, el de rápido/quiero las soluciones/ya. Vivimos regidos por una ecuación según la cual el clima fugaz del instante siempre tiene razón. Y más razón tiene ese instante si aparece encarnado en una figura “popular”. La Historia, la información rigurosa, el debate sobre las experiencias propias o las del mundo, son nocivas para las lógicas de los medios, son lisa y llanamente plomas, áridas, piantarating. Ni siquiera la legitimidad electoral es fuente de nada cuando la verdadera legitimidad es Susana. El pulso del país, nos quieren decir, es la antigua chica-shock, tal como lo fue en los años ’20 el Ku Kux Klan en los Estados Unidos con cinco millones de militantes entusiastas.
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Por Sandra Russo - Farándula insegura
Ideas del Norte
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A Jorge Rial se le caía la baba, ayer, y repetía: “Nosotros, un programa de chimentos, terminamos hablando de la inseguridad... Cómo estarán las cosas, viejo”, y Luis Ventura asentía y los otros panelistas hacían una encuesta entre ellos para sondear el clima que se vive, y sí, de siete, cuatro habían “sido víctimas de episodios de inseguridad”. La farandulización del tema comenzó hace una semana con Susana Giménez repitiendo “el que mata tiene que morir” y “déjense de hinchar con los derechos humanos y esas estupideces”. Le siguieron otros: Cacho Castaña, Moria Casán, Luis Alberto Spinetta, Mike Amigorena, Romina Gaetani, pero la frutilla al postre del diente por diente se la puso el martes Marcelo Tinelli.
“Están todos libres y vos encerrado en tu casa (...). Cuando el victimario termina siendo víctima, las cosas están mal. Esto no puede seguir así, yo estoy harto como todos y exijo soluciones”, dijo Tinelli, que esta temporada reapareció rapado, tatuado y con pinta de pandillero puertorriqueño.
El rey argentino del entretenimiento, a quien la farándula rinde honores porque produce mucho y paga bien, se unió así a los repetidores vip de frases cliché calientaambiente, para beneplácito de todos los otros que comparten el “así no se puede seguir”, y presumen o dan a entender que una manera de seguir más interesante sería la de los paredones, los linchamientos o la pena de muerte. Después algunos se retractan con un “soy católico”, como si eso les asegurara la pulsera flúo para el vip del cielo.
¿Qué le vamos a pedir a Tinelli? ¿Que esté del lado de los buenos, si él hace décadas que solamente está de su propio lado? ¿Se puede imaginar a Tinelli haciendo algo que no lo beneficie? Ahora salió a decir que él es “un luchador por los derechos humanos”, pero dispénsenlo, porque se hartó. A él no le mataron ni siquiera al florista, pero cualquiera tiene un límite. Esto de vivir en un país con tanto paco y tantos pibes chorros no tiene nada que ver con él, él paga sus impuestos y exige que le limpien la cuadra.
Ninguno de los del círculo áureo de la farándula pide justicia, sino ajusticiamiento. Son los bufones irracionales de la nueva ola conservadora, que ya llegó, está aquí, mordiéndonos los talones. Están diciendo barbaridades porque queda bien, para la masa indiferenciada que ellos mismos entretienen, pedir sangre. Un poco de circo romano después de una primavera progresista. Esta primavera está por volverse otoño si no la cuidamos con mucha delicadeza.
Según los entendemos y los respetamos tantos otros, los derechos humanos no son solamente para las víctimas, sino sobre todo para los victimarios. La civilización subió un peldaño cuando al victimario se le reconocieron sus derechos. Por eso para los represores se pide que se aceleren los juicios, y nunca, nunca, nunca, que los maten. Eso nos diferencia de los caníbales. Que no queremos comernos crudos a los otros.

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