domingo, 26 de abril de 2009

Foro Nacional de Derechos Humanos y Acción Humanitaria

La delincuencia juvenil es producto de la droga y la exclusión
Hace años que venimos advirtiendo sobre la peligrosidad del discurso mediático que alienta la venganza y la justicia por mano propia. Lo hicimos en todas las charlas y conferencias. Lamentablemente la realidad nos da la razón. Acabamos de ver a una multitud enfurecida queriendo linchar a un fiscal en Valentín Alsina. Este episodio es uno más en una escalada cotidiana alimentada por los medios amarillistas, y por las Susanas y Tinellis de nuestra sociedad, que no vacilan en promover la violencia si eso sirve para desestabilizar al Gobierno.
Algunos justifican el episodio diciendo: “hay que comprender la indignación de los vecinos”. Los punteros de la derecha política y los medios sensacionalistas que fogonean este tipo de reacciones deberían preguntarse: ¿qué culpa tiene el fiscal? ¿Por qué no “comprendemos” y nos compadecemos de ese pobre tipo atacado en patota? Si le hubieran quitado la vida, ¿Susana habría pedido pena de muerte para sus matadores?
Es hora de que los medios de comunicación se llamen a reflexión sobre el mensaje que transmiten a la comunidad con sus coberturas policiales desaforadas y su incitación a descreer de la Justicia, de la Constitución y de las leyes. ¿O esperarán a que otro fiscal resulte efectivamente linchado? Si esto sucede, ¿qué van a decir? ¿Que fue culpa de los políticos? ¿Qué fue culpa de los organismos de derechos humanos?
Así como no conduce a nada la violencia, aunque brote de la indignación, tampoco sirven las simples reformas legislativas. Querer frenar la delincuencia juvenil mediante la baja en la edad de imputabilidad es como pretender curar el cáncer con aspirinas.
Los abogados y auxiliares de la Justicia que trabajamos con los pobres del Conurbano aprendimos algo que “opinadores televisivos” y políticos mediáticos no tienen en cuenta. Los jóvenes que cometen delitos, en su mayoría, lo hacen impulsados por la droga o para procurarse los medios de adquirirla. La droga encuentra en ellos un campo propicio que fue previamente preparado por la marginación social y el déficit de contención y educación todavía no resueltos a pesar del esfuerzo gubernamental
Creer que estos jóvenes dejarán de delinquir por el efecto disuasivo de la pena es no conocer la realidad. La omnipotencia de los adictos a ciertas drogas impide que piensen que alguna vez caerán presos o serán abatidos. Y si así lo creyeran tampoco les importaría. Si crecieron aprendiendo que la propia vida no tiene valor (y por lo tanto tampoco vale nada la vida ajena) es ilusorio pensar que una amenaza a su vida o su libertad pueda disuadirlos, otro dato a tener en cuenta, es por que delinquen los mayores de 16 si ellos saben que van a ir presos.

Es inútil bajar la edad de imputabilidad si no se hace más para rescatar a los jóvenes de la marginación y de la droga. Las madres de estos chicos recorren los tribunales pidiendo que internen a sus hijos, y nunca lo consiguen. Se les dice que no están tan graves como para ser internados, y se les prescriben tratamientos ambulatorios ineficaces. No hay recuperación si no se aísla al adicto del entorno nocivo. Para ello el Estado debe solventar fuertemente la creación de centros de internación.
Desde hace años venimos planteando esta demanda. En una ocasión logré que internaran a uno de estos jóvenes sólo después de acusar a los psiquiatras forenses de abandono de persona. Si no, lo habrían dejado que siguiera su camino hacia la cárcel o la muerte., personalmente logré internar a otro joven con la comprensión de las autoridades del Hospital Municipal de Wilde, solo para que mejoraran su estado clínico, jamás el Psiquiátrico ya que al ser dado de alta volvió a consumir y lo hace hasta hoy.
La droga no sería tan letal si no fuera por la complicidad de la policía con el narcotráfico, resulta vergonzoso leer las estadísticas de represión del delito tipificado como tráfico y comercialización, solo son datos estadísticos engañosos en los que terminan presos pobres consumidores o perejiles que no tienen nada que ver con el delito.
Asimismo, resulta tragicómico ver a los cultores de la “mano dura” pedir más poder para la policía cuando en muchos barrios se ve a los patrulleros pasar regularmente a cobrar su cuota en las bocas de expendio de droga. Para emprender un combate serio contra el narcotráfico es imprescindible reformar totalmente las fuerzas de seguridad.
Todos sabemos que la educación pública fue destruida en la década neoliberal. Las escuelas públicas comenzaron a resignificar su rol, pero no es suficiente. Se debe profundizar en una educación en los valores, creando conciencia nacional, solidaridad y respeto por los demás y por uno mismo, debemos realizar el mayor esfuerzo para instalar una cultura de aprecio a la vida, y fomentar entre otras cosas el amor al prójimo y que ese amor sea de todos hacia todos, no podemos pedirles amor y gestos humanitarios cuando concretamos la tarea de deshumanizarlos.
Los convertimos en bestias y ahora pretendemos respeto a los valores que siempre les ocultamos.
En esto tienen los medios su cuota de responsabilidad, ya que su mensaje constante es el de que la felicidad la da el consumo y que las personas sólo valen por lo que tienen o pueden adquirir. Quizás la futura ley de medios ayude a poner a éstos al servicio de una cultura humanista, contrarrestando el grosero consumismo que es un aliciente indirecto del delito.
La indiferencia egoísta es otro factor a corregir en la cultura social, responsabilidad de todos y no sólo de las autoridades. ¿Nos extraña que haya delincuentes juveniles cuando miramos para otro lado cada vez que nos cruzamos con un chico de la calle? Vemos un pibe de diez años aspirando pegamento y decimos: “qué me importa, si total no es mi hijo”. Ese chico crece, consigue un arma y viene por nosotros. Y entonces comprendemos –tarde- que sí nos importaba.

Hace un tiempo visité el Hogar Escuela Evita, de Ezeiza, fundado por Eva Perón para contener a los chicos pobres. Cuando lo recorrí estaba casi vacío y los directivos abrigaban el absurdo de convertirlo parcialmente en museo. ¿Acaso los chicos pobres o abandonados son cosa del pasado? ¿Pertenece al pasado la idea de Evita de combatir el desamparo de la niñez? A Evita no se la homenajea con museos sino poniendo en práctica las ideas que defendió.
Las reformas legislativas, que suponen que el mal está en las leyes y no en la sociedad, resultan vanas si no se refuerzan las políticas sociales y educativas inclusivas atacando frontalmente las causas del delito, será, sin dudas a equivocarme un espectáculo nada recomendable, el día que visitemos una cárcel y en ella encontremos preso a un menor de tan solo 14 años, no quisiera imaginarme cual será la reacción intima de quienes desde nuestra adultéz debiéramos haberle dado un destino mejor, tal vez sea hora hacer todo el esfuerzo para que puedan comer sin hacer malabarismo en las esquinas o revolver los tachos de basura, tal ves sea hora de hacerlos sentir que aquí tienen futuro que sus vidas nos importan, que son ellos los que en unos años heredarán esta patria y hasta la tendrán que gobernar, tal vez sea hora de que dejemos de considerarlos enemigos solo por su color o aparente condición social
Bajar la edad de imputabilidad, es la confirmación de que estamos cambiando la responsabilidad de incluir por la de castigar al excluido, y personalmente creo que eso nos aleja bastante de aquella afirmación” LOS ÚNICOS PRIVILEGIADOS SON LOS NIÑOS”

Claudio Gustavo Yacoy
Consultor en Derechos Humanos
Presidente del Foro Nacional de DDHH
Secretario Relator de la Comision de
Derechos Humanos y Garantías.
Honorable Senado Pcia. De Buenos Aires
Congresal Provincial del Partido Justicialista y Militante Kirchnerista
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Hebe de Bonafini
Sin pelos en la lengua
Jueves en la Plaza de las Madres-
“Los canales están copados por la derecha”
“Hoy es un día muy particular, porque si bien es cierto que los niños han venido muchas veces a la Plaza, hoy marcharon precediéndonos, que es como decirle sí al futuro. Ellos van adelante de nosotros, ellos son los que van a continuar con la lucha de nosotros.
Y hay unos compañeros de una fábrica que cerró, de una papelera de Quilmes, Massuh. 400 compañeros que quedaron sin trabajo le entregaron esta carta a la Presidenta el otro día, están esperando que alguien se ocupe porque son 400 compañeros con sus respectivas familias, hijos, padres, madres, esposas y hermanos. Desde aquí, si nos escuchan; yo sé que el Gobierno escucha el discurso de las Madres del jueves y espero que salga en muchísimos medios porque lo ponemos enseguida por correo electrónico.
Hay 400 familias sin trabajo, hay 400 compañeros sin trabajo en una papelera cerrada con toda la maquinaria adentro. Sólo falta la buena voluntad de los políticos que están corriendo ahora atrás de las candidaturas. Las candidaturas no se hacen solas, se hacen con el pueblo, de la mano del pueblo, no peleándose entre ustedes.
Desde aquí les pedimos que les den una mano, que les den todo lo que tengan para que los compañeros retomen la fábrica y la hagan trabajar. Acá lo que se necesita es trabajo y manos, y manos hay y la fábrica está completa, sólo que la vaciaron, se quedaron con la guita, se cagaron en los obreros y se fueron.
Hoy, como les dije, es un día muy particular porque bueno, vamos a debatir el tema de la comunicación, el tema de lo que nos va a corresponder, esta ley tan debatida, tan bien debatida, tan bien presentada en tantos foros. Hoy vamos a hacer acá un foro en la Plaza como corresponde.
También es un día muy especial porque, no sé si todos saben, pero ustedes saben que muchos de los asesinos que estuvieron en Malvinas, les digo asesinos a los militares que torturaron a los pibes de Malvinas, cosa que se está descubriendo ahora, no, que fueron torturados, que fueron torturados como nuestros hijos con la picana, que fueron enterrados en fosos. Resulta que (Luciano Benjamín) Menéndez está cobrando un premio, parece que por haber torturado. Yo estoy azorada, me he enterado hace dos días y no puedo creer, no puedo creer que se le pague a un tipo que torturó a compañeros, a muchachos que los llevaron a la guerra sin querer la guerra. Entonces también quiero ocupar este lugar para decirlo.
Espero que no sea verdad que Menéndez esté cobrando por haber torturado en las Malvinas. Así que la Plaza es eso, es la voz, es todos los niños que nos preceden, que son los que van a seguir, esta es la muestra; y lo que vamos a debatir: la comunicación.
También acá veo a los compañeros de Pigüé, que son los compañeros que tomaron la fábrica Adidas, la están peleando también, no les va muy bien, pero están peleando. Y ellos lo que están haciendo es colaborar con casi todos, hacen donaciones, sus tejidos llegan a todos lados, los delantalcitos de nuestros niños y las remeras de nuestros compañeros están hechas con las telas que ellos fabrican. Así que también pido la mayor solidaridad para los compañeros de Pigüé, y todos los que tomaron la fábrica Adidas. Vienen, cada vez que vienen a Buenos Aires, vienen a la Plaza. Y hay algunos que están en Buenos Aires no conocen que los jueves las Madres estamos en la Plaza como Moyano el otro día que no sabía que los jueves las Madres venimos a la Plaza a las tres y media. Por suerte cambió de parecer porque yo le dije que era nuestro día.
El jueves que viene desde muy temprano vamos a estar acá con todos los niños de las escuelas que quieran pintar la historia. La historia toda, la casa de gobierno, el Cabildo, la pirámide, las Madres. Va a haber grupos de compañeros de la Universidad, del ECuNHi, de la Radio, y todos los que quieran pueden traer hojas y pinturitas para que todos los niños que vengan, mientras las Madres marchamos pinten la historia. Que los niños pinten la historia me parece una cosa sumamente importante y va a pasar acá, el jueves que viene, cuando las Madres estemos cumpliendo 32 años de no faltar un solo jueves en esta Plaza.
Y después de las seis de la tarde va a haber un acto muy, muy fuerte. Vamos a inaugurar una de las galerías de rostros revolucionarios. Todas las fotografías de nuestros hijos las llevamos al ECuNHi y vamos a inaugurar una gran galería, de ida vamos a ver unos rostros y de vueltas otros. Ellos van a estar ahí, ellos que son los únicos dueños del ECuNHi van a estar ahí, moviéndose, con sus caras maravillosas, con sus ideas, por qué no, también ahí. Eso va ocurrir todo el jueves que viene cuando terminemos aquí en la Plaza vamos a ir todos para el ECuNHi. Ese va a ser el mejor homenaje, el mejor recuerdo para esos que dieron su vida por esta patria, no como muchos políticos que de patria tienen poco y tienen mucho de sinvergüenza.
Estoy media harta, media podrida de escuchar tanto disparate por televisión. La verdad, que da asco. Pero bueno, esa es la raza dirigente política que quedó. El que quiere hacer buena política, no tiene medios, no tiene voz, no lo sacan en ninguna parte. Los canales están copados por la derecha, por los Duhalde, por los De Narváez, por la Carrió, por todo lo peor que tenemos, la más basura de todo, esos coparon los canales porque los canales, los dueños de los canales, también son basura. Gracias compañeros”
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Por Luis Bruschtein
Matar
Justamente porque no es para subestimarlo, se trata de un tema para no abordarlo como lo hicieron los vecinos de Valentín Alsina que atacaron al fiscal. Que un hombre haya sido asesinado por un chico de 14 años es de por sí un drama al que la sociedad se debe una salida en profundidad que la supere y la haga mejor, y no una mera reproductora al infinito del mismo drama en todos los sentidos posibles.
Varios de los exaltados que estaban entre los que agredieron al fiscal se mostraron con la misma cara del crimen que decían repudiar: “Basta de derechos humanos para los delincuentes, hay que hacer lo que hicieron los milicos, hay que matar a todos estos pibes”, decía un pelado alto en plena reflexión. “Que venga Hebe Bonafini a ver los derechos humanos que tenemos los vecinos”, decía otro. Y un tercero se quejaba porque el intendente no los había recibido en ese instante, “mientras recibe a los piqueteros por la puerta de atrás”.
Los piqueteros, Hebe de Bonafini y hasta los milicos de la dictadura no fueron metidos por la ventana a una discusión donde supuestamente no tenían nada que ver. Por el contrario, tienen mucho que ver y constituyen esos tres actores la demostración de que cuando “se mata a todos estos pibes”, lo único que se logra son más asesinatos y más criminales, incluso más criminales como el pibe de 14 años.
Esas palabras del pelado estaban incitando a más crímenes y no a menos, ni siquiera a combatir el crimen. Y ponían de manifiesto el sustrato ideológico, violento y racista que sigue arraigado en una sociedad que genera violencia y promueve la criminalidad.
Los índices de delincuencia han crecido en todo el mundo. Incluso Argentina es uno de los países donde ese incremento fue menor. Pero ha subido y sus causas van más allá de la pobreza o la brecha entre ricos y pobres. Hay raíces con un sentido cultural que se ramifican y lo hacen más complejo sin que haya una única respuesta sino muchas y al mismo tiempo. Pero es evidente que las viejas recetas, las progresistas y las reaccionarias, no terminan de dar cuenta de un fenómeno nuevo donde las formas sociales muy extendidas de consumo y comercialización del paco o de armas de fuego tienen una incidencia importante.
Y hay formas sociales incipientes y espontáneas que han surgido en ese frente como las mujeres, madres y vecinas que luchan contra el paco en los barrios. Ese fenómeno, todavía puntual y aislado, tampoco ha sido estudiado para estimularlo y potenciarlo. Es paradójico que la reacción de los vecinos por mano dura termine desembocando en opciones políticas que son las que están en peores condiciones para dar cuenta de ese fenómeno.
Con esa reacción al voleo, las manifestaciones de furia espontáneas terminan siendo capitalizadas políticamente por los aprovechados o por expresiones partidarias más allá de la voluntad de los mismos vecinos. Hubo quienes identificaron entre los más exaltados a punteros del sector justicialista que perdió la interna frente al intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez. De hecho, la manifestación compaginó así con la campaña de Francisco de Narváez, que ha utilizado ese tema como su caballito de batalla, y también mostró la punta de alguna de las razones por las que ha mejorado en las encuestas en el primer cordón del conurbano bonaerense.
Es algo que se repite hasta el cansancio, pero este país tiene más años de aplicación de mano dura que de cualquier otra y sin embargo darle todo el poder a la policía o endurecer las penas tampoco han demostrado que sirva para frenar los crímenes. Nadie puede asegurar que con Ruckauf o Rico en la Policía Bonaerense hayan bajado los índices. Y ni hablar con Camps o Etchecolatz. Tampoco se puede condenar a la sociedad a resignarse o permanecer inerme ante el crecimiento de la violencia. Una violencia que tiene a sus víctimas más desprotegidas en los barrios más humildes, aunque trasciendan mediáticamente sólo aquellos hechos que inciden en las capas altas y medias. Pero hay una regla que hasta ahora no tiene excepciones: la barbarie y el salvajismo, del lado que sea, solamente engendran más de lo mismo.
Los candidatos que prometen el oro y el moro son los peores porque mienten a sabiendas de que se trata de un fenómeno que, en el mejor de los casos, no cesará de la noche al día sólo poniendo más seguridad en los countries y mano dura en los barrios. Básicamente eso es una mentira porque el problema es mucho más complejo y ni siquiera se puede solucionar a lo largo de una gestión de gobierno, sino que se trata de la aplicación de políticas integrales, sociales, educativas, culturales, institucionales, legales y hasta editoriales que deben tener continuidad y profundidad en el tiempo. Es una sociedad que no está preparada porque ninguno de esos ámbitos está en condiciones de hacerlo, empezando por la crispación y el nivel de violencia ambiental que se promueve desde los medios. Pero lo mismo pasa en las policías, en las escuelas que no dan abasto porque sobre ellas recae el mayor peso, o en el Parlamento, donde no importa tanto el contenido de lo que se aprueba o rechaza sino quién lo presenta. Se habla de un tema que ha tenido debates al por mayor en la misma medida en que el fenómeno fue en aumento. Y sin embargo, da la impresión de que nada de lo que se ha discutido ha sido tomado por la sociedad porque cada vez que se repite, todo vuelve a foja cero y las reacciones vuelven a tener la carga irresponsable de la revancha.
Se insiste otra vez en bajar la edad de imputabilidad y en la pena de muerte como si fuera una tabla milagrosa de salvación, y a los que no están de acuerdo se los acusa poco menos que de cómplices y asesinos, lo que da una idea también de la violencia incubada en ese reclamo. Si mañana se aprobara la pena de muerte, no habría más asaltos ni muertos ni violaciones. Esa es la falsa ilusión, el sueño lineal y sonso. Los que no están de acuerdo con la pena de muerte están a favor de los asesinatos, los asaltos y las violaciones. Es otra estupidez del planteo desaforado que los medios acompañan alegremente, sobre todo los más demagógicos, que llevan la crispación a extremos patéticos.
El problema existe y es doloroso y por lo tanto el reclamo es legítimo y también son legítimoa el dolor y la rabia de los familiares. Pero eso no lo convierte en la respuesta social o institucional que se requiere. Es cierto que no se puede pedir resignación ante la repetición de estos hechos brutales. Pero tampoco se puede engañar con falsas curas, milagrosas e instantáneas, tan brutales como la enfermedad.
En campaña, ningún candidato dirá que son temas que, aun cuando se implementen respuestas, tomará su tiempo para ser erradicado. Es más fácil la demagogia. Se trata de un tema sensible y de tratamiento bastante complejo y difícil. Por eso, la mayoría de las veces se lo simplifica para hacer pura demagogia y abusar del dolor de las víctimas.
Es un fenómeno que abarca a todo el país, sobre todo a las grandes concentraciones urbanas. Pero ha resonado en el distrito donde la competencia electoral será más dura, donde se concentran todos los focos de atención y los mayores esfuerzos de la oposición y el oficialismo. La inseguridad, como estigma mediático, se ha focalizado en el territorio más disputado y así las víctimas cordobesas, rosarinas o mendocinas del delito pasan a ser de segunda por un criterio más político-electoral que de preocupación real por la inseguridad, lo cual también termina por ser pura hipocresía aunque se esconda en la exaltación de la seguridad y la calidad de vida. Hay un sentido común, mediático y político, que funciona así con total desparpajo. Los muertos que importan son los que están allí, porque allí es donde son funcionales para la disputa electoral. Es un juego envolvente y ladino que termina involucrando y ensuciando el dolor mismo de los familiares de las víctimas de esos crímenes.
Así como ocupó los medios desde el miércoles a la noche hasta el jueves, el crimen de Capristo desapareció el viernes con la renuncia de Montoya y otros hechos periodísticos. Fue un pantallazo vertiginoso que desapareció cuando venía el momento de la polémica. Casi subliminal quedó el mensaje que marca, el que relaciona el delito con la venganza y el descrédito. La luz puesta en los golpes al fiscal justificados por el instante de fulgor, o el grotesco de las frases mesiánicas trastocadas en razonamiento por el sustrato de la ira.

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